jueves, 4 de enero de 2018

Rogue, donde todo empezó


Uno de los mayores méritos que puede atribuirse a un autor es la creación de un género. Allan Poe, verbigracia, le dio vida al primer detective literario, el cual sirvió luego para inspirar a un tal Conan Doyle. Es cierto que la fama, en estos días, se la ha quedado Holmes; pero este personaje quizá no hubiese nacido sin los primeros pasos de su «padre». Rogue, por su parte, es el padre de los roguelike —palabro que quiere decir «como el Rogue»—, porque se trata, nada menos, del primer título en usar una genial y divertidísima mezcla de ideas: mazmorras, muerte permanente, azar, turnos, experiencia y enemigos muy puñeteros variados. 

Aunque la primera versión era en código ASCII, arrobas combatiendo contra letras, con el tiempo han ido apareciendo otras con gráficos. Puedes descargar una aquí mismo. Algunos son defensores a ultranza del código ASCII... Eso se debe, imagino, a la nostalgia. Yo prefiero que tenga imágenes.

Qué gráficos. Esto no lo mueve un i9

El juego consiste en descender un nivel tras otro hasta llegar al veintiséis. Después, si los difíciles enemigos de los últimos pisos nos dejan, debe robarse el amuleto de Yendor y regresar con él al exterior. ¿Suena complicado? Pues es más complicado de lo que parece; jamás conseguí poner un pie en el último piso. Estuve cerca, pero me acorralaron sin misericordia. De todos modos, aún no perdí la esperanza de acabar con el dragón algún día y largarme con el premio gordo.

Rogue es tan divertido que todavía hoy puede jugarse sin problema, y ha sido una gran inspiración para multitud de juegos. Algunos de éstos, los primeros, usan los mismos conceptos de su predecesor y aumentan el contenido; o sea, añaden elementos que pueden encontrarse en la mazmorra, como altares, cofres o fuentes, y una mayor variedad de enemigos. También, a veces, se juega en un mapa exterior que contiene varias mazmorras para explorar. Diría que los máximos exponentes del género, los que más se han desarrollado, son el ADOM y el Nethack. Ambos son dos títulos que pueden dar innumerables horas de diversión. Tengo entendido que Terry Pratchett era fan del segundo.

Por supuesto, no me olvido de Tales of Maj'Eyal; pero éste adolece de encontrarse un poco influenciado por los ARPG. Aunque es un juego espectacular, ha perdido una parte del sabor clásico en aras de ofrecer más dinamismo. Juegos como el Diablo, por cierto, beben del Rogue. Y los Dark Souls. Otro título que hace lo propio, a pesar de tomarse muchas licencias, es el conspicuo y escatológico Binding of Isaac. Su creador no se esperaba el éxito que iba a tener, así que debió alucinar cuando las ventas empezaron a incrementarse exponencialmente, demostrando que la fórmula primigenia aún puede dar frutos si se usa con ingenio. Podría seguir poniendo ejemplos durante horas, como el reciente y genial juego de cartas Slay the Spire, o el añoso Dungeon Hack; larga es la sombra del Rogue. 

Una pregunta que suelen hacerme cuando hablo de este género es por dónde empezar, cuál es el roguelike más compasivo para un profano. Dentro de los clásicos, que aparecen en la imagen de abajo, recomiendo el original porque tiene menos detalles que sus hijos y los comandos son similares. Pero cuidado: la curva de aprendizaje es alta y no será raro morir mucho al principio. Otra opción podría ser el ADOM, ya que han mejorado su interfaz para que resulte más llevadero. Puedes ver un buen tutorial en YouTube. Si lo clásico es demasiado, Darkest Dungeon es un título interesante e intuitivo. No es un rogue acendrado, pero tiene varios de sus elementos y sus gráficos son muy bonicos

Moraleja: las buenas ideas son bastante longevas. Lástima que no siempre se vean apoyadas como se merecen.